¿Eres de aquellos que se cree todas las historias que le cuentan? ¿O recelas de cualquier cosa que no tenga una base científica o que, directamente, no hayas visto, oído o probado? La náutica es un territorio donde los mitos han campado a sus anchas durante siglos e incluso milenios, y su modalidad de recreo ha terminado por acoger muchos de ellos.
Hoy, en El blog del navegante te presentamos cinco de los grandes mitos que la náutica deportiva ha heredado o ha forjado por sí misma en las últimas décadas, ¿te animas a acompañarnos?
#1 No puede haber dos barcos con el mismo nombre
Esto fue parcialmente cierto hasta no hace mucho, puesto que las embarcaciones se diferenciaban por el nombre y no por el NIB (Número de Identificación del Buque) como en la actualidad. Sin embargo, podíamos tener un barco llamado Mare Vitam y otro con un II o un III. Por eso era tan común ver barcos con cifras tras el nombre.
#2 La náutica deportiva es cara
Durante años la náutica deportiva ha sido un deporte más restringido por la imposibilidad de compra de una embarcación, y no por la oferta de cursos. Realizar un curso de náutica es y ha sido siempre más barato que obtener el carnet de conducir, y accesible desde el PNB hasta el Capitán de Yate. Por lo contrario, la compra y el mantenimiento de una embarcación habían creado este falso mito. Hoy, a los precios actuales de los cursos se unen las posibilidades que ofrece el modelo de club de navegación, por lo que es más sencillo que nunca disfrutar de la náutica.
#3 ¡No se puede vivir en un barco!
Entre el Port Vell, el Port Olímpic y el Fòrum hay más de ciento cincuenta casas flotantes; todos ellos comparten una pasión por la navegación y el mar y se adaptan a climas poco extremos como el del Mediterráneo. Vivir en un barco, no obstante, es caro (entre 1.000 y 3.000 euros mensuales), y según algunos aventureros y aventureras supone un hándicap aún mayor cuando se trata de ganarse la vida, por lo que el 80% son jubilados con buenas pensiones y personas con alto poder adquisitivo.
Si quieres saber más sobre el tema, te recomendamos la experiencia de Nacho Vidal (el marinero, no el otro), ¡quien tiene una página web con muchísima información sobre el tema!
También tienes otro ejemplo de ello en La caleta de la Libertad, un barrio entero en forma de buque que construyó una familia canadiense en 1992. En ella vive una comunidad al completo, que no solo es autosuficiente, sino que cuenta con agua potable y un modelo de negocio basado en… ¡piezas de artesanía! Puedes echar un vistazo a este artículo del diario Las Provincias sobre La Caleta de la Libertad.
#4 Todo se lo lleva el mar
O eso suele decirse entre canciones tristes, tonadas marineras y sabiduría popular. Sin embargo, esto no siempre es cierto y, para muestra, dos ejemplos. El primero nos lleva hasta la costa de Oregón (EE UU) donde hace poco más de quince días apareció un buque pesquero que había desaparecido durante el tsunami de 2011 en Japón. El barco había cruzado todo el Pacífico y, en su interior, además, traía veinte curiosos pasajeros: 20 ejemplares de pez limón.
Asimismo, si usamos esta frase tan habitual para no respetar el medio ambiente como es debido, quizá deberíamos tener presente que el mar no se lo traga todo; un ejemplo de ello, es la basura y el plástico sobre todo, que en uno de los cinco grandes giros oceánicos ha originado la Isla de basura o Trash Vortex.
https://www.youtube.com/watch?v=xc6LvdsyJ4U
#5 Los mitos sobre náutica… tienen una explicación
La mayoría de mitos sobre náutica parecen quedar ahí; pero la realidad es otra muy distinta: todos ellos tienen un origen y una explicación. Y así como las sirenas no eran más que un espejismo de hombres de mar que buscaban el contacto con una mujer, y el mal fario de cambiar el nombre al barco tenía su respuesta en que era una práctica habitual entre los piratas (que hacía más difícil capturarlos y perseguirlos), la mayoría de los mitos tienen una explicación. No obstante, en náutica, si están ahí o si sigue vigente, por algo será, ¿o no? ¡Mira cuántos se reían del garbanzo en la muñeca, hasta que tuvieron las primeras arcadas en cubierta!